Me siento tan incómoda abriendo
regalos que no suelo celebrar mi cumpleaños. Temo que mi expresión al
desenvolverlos, estropee la ilusión del que regala. Sin embargo, cuando llega
el cartero o el mensajero con un paquete, me siento como un perro con hueso
nuevo. Noooo, no llego a enterrarlo, pero espero hasta tener un rato tranquilo,
me revuelco en la alfombra me rasco la oreja (es broma, eh?) y lo abro.
Este mes han llegado dos sobres:
uno de Carmen
Por teléfono me dijo que los botones eran para
hacerle algo a Lola así que tomo nota aunque no sé que pensará el bicho…
El otro paquete-sorpresa es de
Livy {AQUÍ}. Me mandó mail anunciando el envío y la sorpresa fue un ohhh
después de otro al ver el contenido: una casita hecha por ella...
Una inspiradora tela vintage, con la
que me haré una nueva bolsa para los zapatos de standard.
Y más botones!!! Estos, como le
decía no sé si coserlos en alguna prenda o comérmelos…
Gracias a las dos por la ración
de ilusión que contenían vuestros sobres. Me siento afortunada, muy muy afortunada.