lunes, 19 de enero de 2015

Vida de Humanos

Me miraba haciéndome sentir culpable. Al principio no entendía lo qué le pasaba, pero a medida que pasaban los días, su actitud fue haciéndose más comprensible. Tiene una forma tan expresiva de mirar, de abatir  párpados y de fruncir cejas, que no necesita palabras  para comunicar lo que siente.


En los últimos tiempos, se paseaba gimoteando por la casa sin otro consuelo que lamerse las patitas. Si claro! he dicho patitas porque estoy hablando de Lola, ¿de quién sino? Finalmente concluí que, lo que realmente sentía era envidia: nosotros casa nueva… y ella durmiendo en su viejo cojín lleno de bolas. 


Cómo no complacer a alguien que quiere de forma desmesurada, explosiva y entregada  y que a cambio sólo pide toneladas de comida y que le acaricien non-stop la pancita.










Descubrí su pasión por los espárragos una noche de cena en bandeja y película. Al volver de la cocina con la  bebida, me la encontré  en el sofá relamiéndose nerviosamente los bigotes y con la culpabilidad escrita en su perruno rostro. Se había despachado las yemas de todos los espárragos! Le cayó una bronca monumental y mucho más tarde… el resto de los tallos que dejó en el plato.


Ayyy…  para que luego digan de “la vida de perros”. Habría que cambiar la frase y hablar de “llevar vida de humanos”, “vida de contratados a tiempo parcial”, “vida de salarios congelados”, “vida de desahuciados”. Dejémoslo ahí…





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