Se nota la diferencia. Me
levanto, desayuno con una novela, saco a Lola y mientras paseo planeo la comida
del día. Volvemos a casa a buen paso y a coser. Bloque a bloque y tira a tira,
la mantita ya está lista para acolchar.
Y sí… se nota la diferencia entre lo
hecho con prisas y lo cocinado o cosido con amor. Estoy de vacaciones. Me
encanta cuando el reloj desaparece y me entrego feliz a la anarquía de
horarios. Es genial dejarse llevar por las necesidades del cuerpo, comer cuando
hay hambre, pasear, sestear, leer, coser….
Amaso y horneo un pan con semillas, preparo crema de calabaza, pongo la mesa, y me froto
las patitas pensando en la sobremesa: té con rosquillas y un muy
recomendable libro de puntos de bordado. A disfrutar sin cortapisas. Al menos
durante una semana.