Coleccionando Palabras

Me encantan las palabras y si me gustara el coleccionismo, seguro que las enmarcaría y las colgaría en interminables paredes. “Dulce, florido, tranquilo, sabroso, inspirador, delicioso…” Todos los adjetivos anteriores me los dejó Malona en un comentario la semana pasada. Podría añadir tantos más… fragante, esponjoso, soleado, bordado, aromático, suave…

Espero que esta mantita de bebé que estoy haciéndome sugiera un montón de buenos adjetivos una vez acabada. Las amorosas telas las encontré este verano en un mercadillo, rebuscando entre montañas de retales.

Me pasé gran parte de la vuelta a casa ideando un proyecto en el que combinarlas. Suelo huir de las complicaciones innecesarias tanto en el patchwork, como en la cocina o en la Vida. Así que, concluí en que estos sencillos estratos blancos y azules quedarían estupendamente.

Antes he dicho que no soy coleccionista de nada. Ciertamente… no puede decirse que coleccione vajillas porque ni las enmarco ni las mantengo en vitrinas. Las uso todas. La última adquisición es de ese verano en un mercadillo en Portugal. Cuando parecía que ya había comprado todas las telas del mundo, baberos, los tomates más rojos, y alguna que otra cosilla más, me vi atrapada por un puesto de loza y tras un buen rato de “gestión comercial”, dimos por finalizada la mañana. Yo feliz. Mi marido no tanto… cargado con una tonelada de bolsas, resoplaba y juraba camino del coche bajo un sol infernal.