Volvemos de unos días envueltos en las brumas y la tranquilidad de un pequeño pueblo de Asturias. Desayunar en el porche sin más sonidos que los pájaros y el untar de la mantequilla. Ojalá distinguiera los cantos pero no tengo el oído entrenado. Por los paneles informativos sé que había jilgueros, gorriones, herrerillos, petirrojos, carboneros... Una mañana oí un martilleo y pensé en otro vecino tan madrugador como yo. Me levanté a curiosear y sorprendí a un pájaro de plumaje rojo y negro golpeando un avellano de la finca colindante. Nos miramos un instante y echó a volar. Momentos intrascendentales o tal vez todo lo contrario.
De vuelta encontramos un Bilbao cada vez más lleno de turistas, de terrazas efervescentes en las que las conversaciones se mezclan hasta la cacofonía, el run run de la vida en una pequeña ciudad y las rebajas de verano en todas las tiendas. Qué pereza...
Sigo cosiendo, estoy intentando acabar proyectos sin empeñarme demasiado porque sobre la marcha van surgiendo ideas y ganas de empezar nuevas cosas. Ayer poniendo la mesa, a la vista de estos platos me entraron ganas locas de hacer algo en azul y blanco.
Me resistí un poco (poquísimo), dibujé unos bloques con el EQ8 y pensé en incluir el plato en forma de flor como medallón central. En ello ando esta tarde perezosa de sábado. Veremos como evoluciona. Ya es verano.
Algo así? |