Paseaba
esta mañana por el parque y pensaba que a veces, con grandes dosis de paciencia
las cosas acaban encajando por sí mismas.
Esa
es la historia de este bolso recién acabado. Iba a ser un
bolso tipo victoriano, pero al montarlo el patrón resultó ser demasiado pequeño
para la boquilla que había comprado, así que lo arrinconé en la estantería de
los proyectos abandonados.
Más
tarde llegó un collar de cuentas marrones que rescaté el mes pasado de un
puesto del rastrillo de Zorrozaurre. Le
faltaba el cierre pero tenía personalidad y con un pequeño arreglo quedaría
genial. Ayer les llegó a los dos
su momento. Juntos quedan bonitos y le dan al bolso un cierto aire retro, remarcado por el cierre de imán en
forma de flor.
Regresé
a casa pensando si la paciencia nos ayudará a salir de este momento económico
que vivimos, o si el momento acabará con nuestra paciencia…
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