Qué
rápido pasa el tiempo y qué poco lo aprovechamos…
Salgo del metro y de camino
hacia el trabajo me veo asaltada por imágenes del sol de Cádiz y de la casita
que alquilamos hace un par de veranos. Debo estar necesitando escapar del mal tiempo en el aspecto más amplio.
Acabo
la jornada, cojo el metro de nuevo y en el traqueteo del vagón, sueño con abrir
un vino al atardecer mientras el pescado se asa en las brasas…
Llego
a casa, saludo al bicho que aúlla y corre en círculos feliz por mi vuelta a casa.
Ya puede correr… se ha pasado toda la tarde durmiendo en su mullido cojín. Me siento en el despacho rodeada de telas,
libros, música y revistas. Suspiro observando mi mano sobre la alfombrilla del
ratón. Me la regaló una compi de clase de baile. Ojala fuera la como la de
Aladino, Isabel. Me montaría sobre ella y volaría hacia el sur rumbo a la
barbacoa, a la piscina y al cantar nocturno de los grillos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario