Entre Blanco y Negro

Me había despedido aparcando el blog hasta septiembre, pero no está siendo un verano como otros. Las sombras oscuras de la primavera planean de nuevo como aves de mal agüero. No puedo evitar sentirme atrapada entre la incertidumbre y la mascarilla. 

Un nuevo proyecto... No he dejado de coser a diario. Las telas y los libros me acercan a la zona de luz, de creatividad y por supuesto, a la zona de evasión. Tecleo tarareando una cancioncita de Barbra Streisand. Maggie levanta la cabeza y comienza a mover la colita. La muy tonta cree que voy levantarme y bailar. Le gusta perseguirme y cazar mis pies descalzos.

Hace un calor bochornoso que invita a salir y disfrutar del buen tiempo. Pero entonces me acuerdo de la mascarilla, de las distancias sociales, de los aforos y del maldito virus. Ya no me apetece nada. Es como si el cielo se hubiera oscurecido de repente.  

Los fines de semana, seguimos huyendo de los atascos rumbo a la playa, de las aglomeraciones en las terrazas y de los centros comerciales llenos de cosas que no necesitamos. 

Prefiero los paseos entre pinos, robles, campos segados y una ermita en lo alto. El suelo está empedrado de piñas, hojas y raices. A los lados del camino, musgo, endrinas, brezo y helechos. Si el domingo en el campo tuviera melodía, sonaría Noa. La Vida es Bella a ratos.