A Lola le gustan todos los
lugares cómodos y mullidos, así que no ha podido evitar la tentación de probar
el nuevo sillón de la terraza. Eso sí, aún no se ha dado cuenta de que el cojín
no lo he hecho pensando precisamente en ella, sino en mis sobremesas. Tendré
que explicarle que, mientras sea verano y luzca milagrosamente el sol, después
de comer, nos trasladaremos a la terraza para tomar un té con algo dulce.
Si Lola tuviera opción de
elegir, sin duda preferiría la terraza de Pili, con vistas a su querido y aromático parque, en el que todo huele
maravillosamente bien; desde el césped en el que se revuelca alegremente, hasta
la última de las papeleras. Pili comparte esta foto de sus vistas, con un primer plano de su jardín de cactus. Tienen un aspecto tan
simpático que, a pesar de las púas dan ganas de abrazarlos.
La tela del cojín la compré
hace años en Gacela y me hice un
foulard que aún uso. Con lo que me quedó, corté el cojín aplicándole una matrioska, que a su vez es resto de un bolso hecho hace un par de años
La tela de Gobelino con
matrioskas y estas otras, las encontramos
en La Ferme d´espiau, una
tienda de objetos de decoración “ambiente
de montaña” en Luchón. Había preciosas e irresistibles telas de tapicería aunque
a precios astronómicos.
Se hace tarde, es hora de
cerrar esta entrada y hornear algo rico para el té de la tarde. La terraza nos
espera: Lolaaa, ¿dónde estás?
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