lunes, 9 de septiembre de 2013

No todo el monte es orégano

En estos últimos años, me ronda peligrosamente la idílica idea de vivir en el campo. Supongo, que conservo poderosos recuerdos de los veranos de la infancia, en la pequeña aldea dónde nació mi madre. En el pueblo, se quejaban de su dura y esclava vida, exaltando la existencia fácil y cómoda de los “de ciudad”. Todo ha cambiado tanto desde entonces…

Esta mañana paseando por la FNAC, me he topado con un curioso libro titulado Vida de zarigüeyas”, y se me han desatado otra vez, las ansias de ampliar horizontes más allá de los edificios vecinos. Mientras cosía las boquillas a los monederos que hice antes de vacaciones, he continuado con la construcción de esa casa tan deseada, en una soleada parcela orientada a la felicidad. Que nunca falten las ganas de soñar…!



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