En estos últimos años, me
ronda peligrosamente la idílica idea de vivir en el campo. Supongo, que
conservo poderosos recuerdos de los veranos de la infancia, en la pequeña aldea
dónde nació mi madre. En el pueblo, se quejaban de su dura y esclava vida, exaltando
la existencia fácil y cómoda de los “de ciudad”. Todo ha cambiado tanto desde entonces…
Esta mañana paseando por la
FNAC, me he topado con un curioso libro titulado “Vida de zarigüeyas”, y se me han desatado otra vez, las ansias
de ampliar horizontes más allá de los edificios vecinos. Mientras cosía las boquillas
a los monederos que hice antes de vacaciones, he continuado con la construcción de
esa casa tan deseada, en una soleada parcela orientada a la felicidad. Que nunca
falten las ganas de soñar…!
Son una monería "para soñar...."
ResponderEliminarBESICOS.
Que no se acaben los proyectos ni los sueños! Besos
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