lunes, 7 de octubre de 2013

No Se Culpe A Nadie

Lo real y lo literario se funden en algunas ocasiones...  Me secaba el pelo en los vestuarios de la piscina, escuchando una samba, cuando vi por el espejo que se me acercaba presurosa, una gruesa y sudorosa señora. Farfullaba algo que los auriculares me impedían entender. Venía congestionada y ciertamente angustiada. Apagué la música tratando de entender: La pobre mujer había quedado literalmente atrapada en el traje de baño. Me costó sacarle los brazos de los tirantes y recolocárselos. No estaba muy bien, probablemente tomaba algún tipo de medicación. 

La situación en sí, me recordó un cuento de Cortázar:No se culpe a nadie”.  En él,  el personaje queda atrapado en un jersey de lana con un dramático final. La señora murmuró agradecimientos y allí me dejó; perpleja e imaginando qué otras desgracias le acontecerían al ponerse el gorro y las gafas.


Sucedió la semana pasada. Estos días, el acolchado de mis “Retales Sorpresa” está tan paralizado como la economía del país. Una maldita tendinitis en el antebrazo me ha retirado temporalmente de la aguja y el hilo.


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