domingo, 29 de septiembre de 2019

Hilvanando Recuerdos


La bolsa está bastante castigada, pero sigue siendo mi favorita y no me apetecía retirarla. Le tengo cariño a la tela, es como lo que se siente por unas zapatillas viejas y cómodas. En fin, que lo más sencillo era cambiar las asas y eso hice en octubre del pasado año. Uffff... cómo pasa el tiempo!


Y ya que estaba metida en materia, saqué de las estanterías una bonita tela de Kokka comprada en rebajas pensando precisamente en eso, en una bolsa-repuesto. 


Para reforzar las asas, recurrí a una tela de Pam Buda comprada a regañadientes junto con algunos marrones y unos pocos verdes. Me cuesta horrores, pero estoy haciendo grandes esfuerzos por salir de mi zona de confort cromático.


Antes no tenía costumbre porque sólo las llevaba dentro del bolso,  pero ahora, en cada bolsa que hago, incluyo bolsillos interiores y hasta algún snap. Quedan tan bonitas y pesan tan poco que apetece prescindir del bolso y salir con ellas colgando del hombro.


Eché mano de otra tela para los bolsillos,  de forma que pudiera usar lo que quedaba para hacer una carterita. La terminé hace unos días y fue entonces cuando rescaté estas fotos hechas el año pasado en el jardín. Cuantos buenos recuerdos de Haití...




Recuerdo las pacíficas tardes cosiendo en el jardín bajo un árbol. El color de los árboles y los arriates cambiaba semana a semana. Lo que parecía un simple arbusto verde, estallaba en rosas, amarillos, blancos o rojos hasta desaparecer, dejando una alfombra de pétalos sobre el suelo.



Una mañana, me pareció que olía irresistiblemente a jazmín. Me paseé como un perdiguero rastreando el jardín, hasta llegar a un arbolito cargado de florecillas. Corté unas ramitas y mmmmm... ¡qué maravilla...! El aroma intenso y aceitado se extendió por toda la casa.


Las flores se marchitaron y secaron rápidamente pero mantenían el perfume. Meses después, aún guardaba como recuerdo una pequeña flor seca en la caja de alfileres.


Hace unas semanas, encontré el retalito y corté una cartera del tamaño de otra que regalaban en una promoción de Beefeater. Tiene el tamaño justo para llevar tarjetas, monedas, billetes y hasta las llaves. No le he hecho compartimentos. Sí, lo sé... tan ordenada para unas cosas y de esta guisa para otras.



No abundaré en tutoriales porque se encuentran a cientos en internet. La cajita de corazón fue un flechazo, me encantó la forma y el mensaje. Tenía unas pastillas -puagggg- de menta que deben andar por un cajón.




No he encontrado ninguna imagen del arbolito oloroso. Era un jazmín árabe de flor doble. Espero volver a toparme con otro ejemplar en algún jardín botánico. Me despido con recuerdos florales, con el cortejo de los lagartos verdes y con los mismos deseos de siempre: feliz costura.

 






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